¡Tercer cuento de un empresario! por Carlos Dorado
Otro de los cuentos preferidos, que solía contarme mi madre era el de ”Joselito”, quien un buen día llegó a la playa y observó que había miles de estrellas marinas sobre la arena, que habían sido depositadas por el mar. Enseguida a Joselito lo invadió una inmensa tristeza cuando se dio cuenta de que la marea estaba bajando y que para cuando subiera, estarían todas muertas. Sin pensarlo dos veces, se puso a recogerlas desesperadamente una a una, lanzándolas de nuevo al mar. Corría desenfrenado, iba y volvía sin pausa.
Un señor que estaba observándolo, después de un rato le dijo: ¿Pero qué estás haciendo? ¡No puedes ser tan iluso! Hay miles de estrellas, y no vas a poder salvarlas a todas. ¿No te das de cuenta de que tu esfuerzo no vale la pena? Joselito lo observó con una mirada muy seria, se agachó, sostuvo una estrella de mar con los dedos, la alzó lanzándola al mar, y mirando fijamente a los ojos del señor le dijo: “A esa si le valió la pena”
“Carlos, el trabajo es salud y es el mejor remedio contra todos los males; y sólo a través del trabajo duro y el desarrollo de una capacidad, te vuelves independiente en este mundo. Esa habilidad será tu mayor tesoro”.
¡El trabajo dignifica al ser humano!, y cada vez que me siento cansado después de una larga jornada de trabajo, siempre pienso en esos campesinos de mi pueblo que a las 5 de la mañana, los escuchaba silbando, a pesar de que iban a labrar la tierra durante todo el día, bajo condiciones muy duras y difíciles. Ahora recordando esas escenas, creo que el arte del descanso es también una parte del arte de trabajar, y si hueles las flores después de cumplir con las exigencias del trabajo: ¡Huelen diferente!
Las metas sin trabajo son una utopía, el trabajo sin metas es un pasatiempo. ¡El trabajo con metas es el pasatiempo de una utopía que tarde o temprano se hará realidad! Pretender que el éxito no te agarre trabajando, es sólo un sueño que se hace realidad en la vida de los corruptos, pues en todos los demás, los grandes éxitos resultan de trabajar y saber perseverar, porque inclusive las grandes ideas, sin trabajo se quedan en eso: simplemente en ideas. El genio comienza las grandes obras, pero sólo el trabajo las acaba, y como solía decirme mi padre: “Carlos, puedes creer o no en la suerte. Pero acuérdate siempre, de que cuanto más duro trabajes, más suerte tendrás”. Al final, lo que con mucho trabajo se logra, se aprecia y se ama todavía más; y cuanto mayor es el esfuerzo, más grande es la gloria.
Trabajar con amor y pasión es el secreto de la felicidad, y no existe ningún trabajo despreciable, sino tan sólo personas despreciables a quienes no les interesa hacerlo. El trabajo es como un dulce que te endulza la vida; pero desafortunadamente los dulces no le gustan a todo el mundo. Estos no saben que la ociosidad, desgasta más rápidamente que el trabajo; y si alguien tiene la dicha de que no necesita trabajar para comer, siempre necesitará trabajar para tener salud. ¡Cuando la mala hierba de la ociosidad nace en el jardín de una persona, es una cuestión de tiempo que todo sea maleza!
Todo esto lo pensé después de asistir a un concierto de Julio Iglesias, quien amablemente me invitó, y donde lo vi con el mismo entusiasmo y pasión de siempre, a pesar de que está a punto de cumplir los 71 años. ¿Tiene Julio un gran don para hacer su trabajo, o quizás es el trabajo lo que le da ese don? En ese momento vino a mi mente el cuento de “Joselito”, y me dije: “……A Julio también le valió la pena”
By Carlos Dorado
Source: Runrun.es